Tabaco: Cómo afecta la salud integral de las mujeres
Cada vez surge más evidencia en todo el mundo respecto del daño
del consumo de tabaco en la salud de las personas. Y a partir de este
contexto, tanto a nivel internacional, con el Convenio
Marco para el Control del Tabaco (OMS), como en los
ámbitos nacionales, se realizan esfuerzos para contar con legislaciones
más severas que permitan regular la distribución, comercialización y
publicidad del tabaco. Hay avances en muchos países, mientras que en
otros hay mayor lentitud en adecuar las reglamentaciones respecto de lo
que dicho Convenio Marco establece.
Un comunicado de prensa de la Organización Mundial de la Salud
señala que alrededor del 12% de las mujeres fuma, en comparación con un
48% de los hombres. Y agrega que “esta brecha representa una oportunidad
que debe ser aprovechada rápidamente si los países quieren prevenir [en
la población femenina] la epidemia de muertes vinculadas al tabaco que
hoy se observa en los hombres”.
En algunos países tales como Estados Unidos y otras naciones
industrializadas, las tasas de consumo de tabaco entre las mujeres son
tan altas como un 24%. Y justamente donde las tasas ya son muy elevadas,
las mujeres -al igual que los hombres- están falleciendo por
enfermedades vinculadas al tabaco. “En Estados Unidos, por ejemplo, un
gran número de mujeres comenzó a fumar en la década de los años 50. Los
resultados han sido fatales. En dicho país, el cáncer del pulmón es hoy
la principal causa de muerte en mujeres, sobrepasando al cáncer de mama
(WHO, 2001).
Una mirada a los resultados de una investigación en Estados
Unidos nos entrega un terrible pronóstico sobre los futuros problemas de
salud de las mujeres de otras naciones, donde las tendencias del
tabaquismo muestran un dramático incremento en el consumo femenino. El
siguiente material fue compilado de la página web del Departamento de
Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, Centros para el Control y
Prevención de las Enfermedades, Centro Nacional de Prevención de las
Enfermedades Crónicas y de Promoción de la Salud, Oficina sobre
Tabaquismo y Salud (United States Department of Health and Human
Services, Centers for Disease Control and Prevention, National Center
for Chronic Disease Prevention and Health Promotion, Office on Smoking
and Health).
Las mujeres fumadoras, al igual que los hombres que fuman, están en
mayor peligro de desarrollar cáncer, enfermedades cardiovasculares y
problemas pulmonares, pero también experimentan riesgos específicos
relacionados con la función menstrual y reproductiva.
El consumo de cigarrillos juega un papel principal en la mortalidad
de mujeres estadounidenses (y del mundo entero). Desde 1980, cuando se
dio a conocer el Informe del Médico General acerca de Mujeres y Tabaco
(Surgeon General’s Report on Women and Smoking), alrededor de 3 millones
de mujeres han fallecido prematuramente por padecimientos vinculados al
hábito de fumar. En 1997, cerca de 165.000 mujeres estadounidenses
murieron por este tipo de enfermedades, incluyendo cáncer del pulmón y
otros tipos de cáncer, enfermedad cardiaca, accidentes
cerebrovasculares, y enfermedades crónicas del pulmón, tales como el
enfisema.
Cada año de la década de los 90 se perdieron prematuramente cerca de
2.1 millones de años de vida potencial de mujeres en EE. UU., a causa de
problemas atribuibles al tabaquismo. Las fumadoras que fallecen por
este tipo de enfermedades pierden, en promedio, 14 años de vida
potencial. En cambio, las mujeres que cesan de fumar reducen su riesgo
de morir tempranamente. Los beneficios relativos a dejar el hábito son
mayores cuando ellas lo hacen a edades más jóvenes, pero cesar de fumar
es bueno a cualquier edad.
Cáncer al pulmón
Fumar cigarrillos es la principal causa de cáncer pulmonar en
mujeres. Incluso se ha determinado que las mujeres fumadoras de 60 años o
más, parecieran tener el doble de riesgo de desarrollar cáncer al
pulmón en comparación con los hombres fumadores de su misma edad, según
comprobó un estudio realizado en Nueva York. En Estados Unidos,
alrededor del 90% de todas las muertes por este cáncer en mujeres son
atribuibles a fumar. En 1950, el cáncer pulmonar dio cuenta de solo el
3% de todas las muertes por cáncer entre mujeres; sin embargo en el año
2000 se cree que alcanzó al 25% de todas esas muertes. Se estima que
desde 1950 se han incrementado las tasas de mortalidad por cáncer
pulmonar en mujeres estadounidenses en un 600%. En 1987, el cáncer
pulmonar superó al cáncer de mama, llegando a ser la principal causa de
muerte femenina en el país. En el año 2000, 67.600 mujeres fallecieron
por cáncer pulmonar, es decir, 27.000 más que por cáncer de mama, que
alcanzó a 40.800 decesos.
Otros cánceres
En las mujeres fumar también es causa principal de cáncer oral, de
faringe, y de vejiga. Y la evidencia es significativa en cuanto al
cáncer de páncreas y riñón. Para el cáncer de laringe y esófago la
evidencia es más limitada, pero es consistente en lo que se refiere a un
aumento del riesgo.
Asimismo, las fumadoras enfrentan un mayor peligro de desarrollar
cáncer de hígado y colorrectal, y además cáncer cervical. En este último
caso, sin embargo, no se ha determinado si esta asociación con el
tabaquismo es independente o no de la infección con el virus papiloma
humano (VPH).
Varios estudios sugieren que la exposición al humo del tabaco
ambiental está relacionada con un mayor riesgo de cáncer de mama, pero
esta vinculación continúa siendo incierta y se requieren más
investigaciones.
Enfermedad cardiovascular
Fumar es una causa principal de enfermedad coronaria en las mujeres.
Este riesgo aumenta con el número de cigarrillos que se consumen y con
la duración del hábito. Igualmente, las mujeres que fuman tienen un
mayor riesgo de accidente cerebrovascular isquémico (formación de
coágulos en una de las arterias que suplen de sangre al cerebro) y de
hemorragia subaracnoide (sangramiento en el área que rodea el cerebro).
Del mismo modo, aumenta el peligro de que desarrollen ateroesclerosis
vascular periférica.
Y las mujeres fumadoras mayores de 35 años que consumen
anticonceptivos hormonales, enfrentan mayor peligro.
En cambio, dejar de fumar reduce el exceso de riesgo de enfermedad
coronaria, sin importar a qué edad la mujer cesa el hábito, incluso lo
hace sustancialmente de 1 a 2 años después. Asimismo, el mayor riesgo de
enfermedad cerebrovascular asociado con el consumo de tabaco comienza a
revertirse luego que la mujer deja de fumar, y 10 a 15 años después su
riesgo es cercano al de aquellas que nunca han fumado.
Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica y Función Pulmonar
El consumo de cigarrillos es la principal causa de Enfermedad
Pulmonar Obstructiva Crónica en las mujeres, y ese peligro aumenta con
la cantidad de cigarrillos que se fuman y con la duración del hábito.
Las tasas de mortalidad por este cuadro han aumentado en las mujeres en
los últimos 20 a 30 años. Alrededor del 90% de la mortalidad por
Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica en mujeres estadounidenses se
puede atribuir, justamente, al consumo de cigarrillos.
La exposición al humo cuando la madre fuma también está asociada con
la disminución de la función pulmonar en los infantes, y la exposición
al humo del tabaco ambiental durante la niñez y adolescencia puede estar
vinculada con una función pulmonar deteriorada en las niñas.
Fumar en las niñas puede reducir el desarrollo de sus pulmones y su
máxima capacidad pulmonar. Y las mujeres que fuman pueden experimentar
una declinación prematura de su función pulmonar.
Función menstrual
Algunos estudios sugieren que el humo del cigarrillo puede alterar la
función menstrual al aumentar el peligro de menstruación dolorosa, de
amenorrea secundaria (ausencia anormal de menstruación) y de
irregularidad menstrual.
Y las fumadoras tienen una menopausia natural a una edad más temprana
que aquellas mujeres que no fuman, y pueden experimentar síntomas más
severos en este período.
Condiciones reproductivas
Las mujeres que fuman tienen un mayor riesgo de retardo para lograr
concebir, y de infertilidad primaria y secundaria.
Fumar en el embarazo está vinculado con un mayor riesgo de ruptura
prematura de membranas, de separación de la placenta del útero (abruptio
placentae) y de placenta previa, que consiste en una localización
anormal de la placenta, lo que puede causar hemorragia masiva durante el
parto. También se asocia con un riesgo moderado de parto prematuro. Del
mismo modo, las mujeres que fuman pueden tener un incremento leve del
riesgo de embarazo ectópico y de aborto espontáneo.
El riesgo de mortalidad perinatal, tanto aquellos niños/as que nacen
muertos como los que fallecen en el período neonatal, y el peligro de
muerte súbita, son más altos en los/as hijos/as de mujeres que fumaron
en el embarazo.
Los hijos/as de mujeres que fumaron durante el embarazo tienen un
menor peso promedio al nacer y tienden a ser más pequeños que su edad
gestacional en comparación con aquellos cuyas madres no fuman. El bajo
peso al nacer está asociado con mayor peligro de morbilidad y mortalidad
neonatal, perinatal e infantil. Y mientras más dure el hábito de fumar
durante el embarazo, mayor será el efecto en el peso del recién nacido.
Eliminar el tabaquismo materno puede determinar un 10% de reducción
en todas las muertes infantiles y un 12% de reducción en fallecimientos
derivados de condiciones perinatales.
Asimismo, las mujeres que dejan de fumar antes o durante su embarazo
reducen el riesgo de tener condiciones reproductivas adversas,
incluyendo dificultad en quedar embarazadas, infertilidad, ruptura
prematura de membranas, parto prematuro y bajo peso al nacer.
Varios estudios importantes sugieren que los hijos/as de mujeres que
han dejado de fumar en el primer trimestre de gestación tienen medidas
de peso y estatura comparables con aquellos niños/as de madres no
fumadoras. Y algunas investigaciones han sugerido que fumar en el
tercer trimestre tiene efectos especialmente perjudiciales.
Por último, es más probable que las mujeres que fuman no amamanten a
sus hijos/as en comparación con las no fumadoras.
Densidad ósea y riesgo de fracturas
Las mujeres postmenopáusicas que fuman tienen menor densidad ósea que
aquellas que nunca han fumado, y también tienen un mayor riesgo de
fractura de cadera.
Otras condiciones
Las mujeres que fuman pueden tener un riesgo ligeramente más alto de
desarrollar artritis reumatoidea. Además, las fumadoras tienen un mayor
riesgo de desarrollar cataratas y de degeneraciones maculares vinculadas
a la mayor edad.
La prevalencia de fumar generalmente es mayor entre mujeres con
desórdenes ansiosos, bulimia, depresión, déficits atencionales y
alcoholismo, y es particularmente alta entre pacientes que han sido
diagnosticadas con esquizofrenia. La conexión entre fumar y estos
desórdenes requiere mayores investigaciones.
Consecuencias para la salud por el humo del tabaco ambiental
La exposición al humo del tabaco ambiental es una causa de cáncer
pulmonar en mujeres no fumadoras. Asimismo, diversos estudios apoyan la
existencia de una relación causal entre exposición a este tipo de humo y
mortalidad por enfermedad coronaria en mujeres que no fuman.
Los bebés nacidos de mujeres que han estado expuestas al humo
ambiental del tabaco durante su embarazo pueden tener un pequeño
decrecimiento en su peso al nacer y un ligero mayor riesgo de retardo
del crecimiento uterino en comparación con bebés de mujeres que no han
estado expuestas.
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